viernes, 8 de noviembre de 2013

Hemingway y su pasión por los gatos

Ernest Hemingway, prestigioso escritor estadounidense con obras reconocidas a nivel internacional como “El viejo y el mar”, fue un apasionado de los gatos.
El primer gato que conquistó su corazón fue Snowball (Bola de Nieve), un obsequio de un capitán de barco.  Ese pequeño felino tenía una característica y es que era polidáctilo, es decir que tenía 6 deditos en sus patas delanteras. Esta extraña condición es una mutación genética que se presenta en distintas razas, principalmente en los Maine Coop. Con el tiempo Bola de Nieve fue cruzándose con gatas locales y poco a poco la casa fue llenándose de gatitos con 6 dedos.
Los marineros creían que los gatos polidáctiles traían buena suerte, por este motivo era bastante habitual ver, especialmente en barcos noruegos, a felinos de seis dedos caminando por cubierta. Aunque quizá el verdadero motivo fuese que son buenos cazadores de ratas y tienen un buen equilibrio.
Cuando el felino llegó a la vida de Hemingway, él ya vivía en el Cabo en Florida con su segunda esposa. Al divorciarse en 1940 se mudó a su casa de La Habana en Cuba, pero en Estados Unidos quedaron los descendientes de su amado gato Snowball, todos ellos con nombres de personajes famosos como Pablo Picasso. Llegó a tener más de 60 gatos y al dejar la casa fue tomada por cientos de ellos. Cuando la casa se convirtió en museo, la fundación que la administra decidió mantener su población gatuna entre 40 y 50 miembros asegurando así su mantenimiento, salud, aseo y buena convivencia. Además, cada semana va un veterinario para regular su dieta, controlar las vacunas, etc.
Para los amantes de la arquitectura los gatos polidácticos son tan atractivos como la casa en si misma ya que es un ejemplo perfecto de su tiempo y por la extraña circunstancia de que incluye una de las primeras piscinas privadas construidas en Estados Unidos. Sin olvidar los objetos personales del escritor, sus habitaciones privadas, fotografías de la época, manuscritos y demás piezas que rodeaban la vida de Hemingway, sus rutinas, gustos y actividades.
 Fue a partir de la denuncia de una visitante ante las autoridades de Agricultura porque consideraba que los gatos no llevaban una buena vida en esta casa-museo cuando empezaron los problemas con la justicia. En 2003, el organismo establece que la casa-museo de Hemingway en Key West es una “exhibición de animales” situándola en el mismo status que los circos y zoológicos porque consideran que es una empresa que cobra una entrada y que utiliza a los gatitos en su publicidad. Tres jueces de la corte de apelación convalidaron anteriores decisiones tomadas en la disputa que dura hace años; los magistrados aprobaron el punto de vista legal de las autoridades federales, según las cuales los gatos son parte integrante del "objetivo comercial del museo" y deben estar sujetos a medidas de vigilancia análogas a las de los animales en exhibición en los zoológicos o circos.
Por ese motivo, a partir de ahora los célebres gatos podrán seguir deambulando como señores en la propiedad del escritor, pero sobre ellos se posará el ojo vigilante del ministerio.
Miles de turistas visitan cada año la casa-museo y se llevan como recuerdo las fotos de los gatos que deambulan por el lugar, duermen en el jardín o beben de uno de los orinales que Hemingway quitó del bar Sloppy Joe. Su presencia siempre fue un homenaje al espíritu libertario que se respiraba en Key West, una localidad cuyos habitantes no se consideraban parte de Estados Unidos y que a finales de los años 80 llegaron a declarar oficiosamente la secesión, autoproclamándose ciudadanos de la República de la Concha.
Si tu próximo destino de vacaciones es Miami, no olvides pasar por esta espectacular casa museo donde un día vivió Hemingway.

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