A
menudo nos planteamos acoger a un nuevo miembro en nuestra familia donde ya
conviven uno o más animales. Es en este momento cuando debemos valorar si se
presentarán conflictos entre las distintas generaciones y si es adecuado o no
incorporar un amigo más.
Cuando
se trata de un felino adulto o senior, hay que tener en cuenta que tiene sus
costumbres y rutinas definidas y que la entrada de un pequeño felino lleno de
energía y curiosidad puede provocar tensión, estrés y malestar. Aunque en muchas ocasiones el nuevo miembro
termina aportándole todo tipo de beneficios al sedentario felino.
La
incorporación del nuevo miembro de la familia debe realizarse con
planificación, pero por desgracia la mayoría de veces tendemos a meterlo en
casa sin plantearnos ninguna de las variables a tener en cuenta.
Lo
primero que debemos hacer es comprobar con la ayuda de un profesional que el
nuevo amigo está sano. A continuación, deberíamos preparar la casa unos diez
días antes de su llegada con un difusor de feromonas para que surta efecto
tranquilizador en el animal que ya convive con nosotros. Además deberíamos
establecer un área específica para el nuevo gato separada de la del inquilino
más antiguo, en esta zona ha de tener todo lo necesario para su día a día:
bebedero, comedero, rascador…
De
forma que separando las dos zonas y no haciéndole compartir sus cosas, el
felino residente verá que alguien más ocupa su casa, puede identificarle sin
interaccionar y poco a poco va acostumbrándose.
También
es muy importante que durante esos diez días frotemos a cada uno de ellos con
un paño limpio por su hocico y entre los dedos de las patas, quedando
impregnado su olor. A continuación se intercambiaran los paños y serán frotados
en el otro animal, con lo que conseguimos el imprescindible y favorecedor
intercambio de olores. Un procedimiento sencillo que ayuda a que ambos animales
se reconozcan y acepten de forma mucho más sencilla.
Pasado
este tiempo de aislamiento, podemos encontrarnos con todas las variables
posibles de reacciones en un primer encuentro. Como norma general sólo entraremos en acción si se produjera algo
más que bufidos, carreras o algún manotazo, en cuyo caso es útil utilizar un
espray de agua, que será la única y mejor forma de intervenir en caso de
conflicto. No debemos gritar ni intentar coger a uno para separarlo de otro,
sólo con el espray. En estos casos, debemos mantener el confinamiento unos días
más.
Poco
a poco la relación irá mejorando, aunque alguna vez haya llamadas de atención,
para dejar claros los territorios y costumbres, pero siempre hacia una relación
asentada y positiva. En
la práctica la incorporación de un animal joven a casa provoca una “pérdida de
años” en el animal más mayor: juega más, está más activo y receptivo que antes.
En
definitiva, los conflictos generacionales pueden existir al incorporar un nuevo
miembro al hogar, pero, con las pautas adecuadas y paciencia, nuestras mascotas llegarán a la
convivencia deseada.
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